Henry Condorkanki
“Entonces, el término ‘indio’ o ‘indígena’, es la que
pondrá matiz a corrientes de pensamientos e ideas, es decir, es la marca
diferenciador del indianista y del indigenista” (Ayar Quispe).
Introducción
A poco más de 5
siglos de la feroz dominación colonial, en los pueblos autóctonos del
Continente del Abya Yala (aymaras, quechuas, guaraníes y demás nacionalidades)
en la época actual, no solo que existe la negación de lo propio, sino que se
asume ciertas identidades exóticas, porque en efecto continuamos sufriendo los
procesos de enajenación estatal.
Muchos de nuestros
hermanos y generaciones jóvenes, deslumbran inopia e incomprensión sobre la
incursión europea, las consecuencias de los procesos coloniales y de
sometimiento, por lo que alegremente llegan a desmerecer el uso del término
“indio” e “india”.
De ahí que, para un
pueblo colonizado, a pesar de la praxis de su cultura, de su idioma nativo; su
pensamiento ideológico político, resultara no ser tan liberatorio; puesto que
sus planteamientos de lucha, irrumpen desde diversos ángulos de origen
identitario, donde en su mayoría parten desde una idea nada seguro, esto
ciertamente llega a debilitar nuestro horizonte histórico de liberación.
En ese sentido, este
trabajo posiblemente sea desagradable, inconveniente o no racional. No
obstante, no se escribe en agrado de los q’aras, acomodándonos a sus reglas de
juego colonial, porque es menos importante para ellos. Pues, se escribe para
aquellos “indios” e “indias” que verdaderamente viven en carne propia la
opresión colonial y por tanto tienen la voluntad de liberarse del sistema de
dominación colonial.
Atribuciones de la invasión
A partir del siglo
XIV los países europeos vivieron un estallido de numerosos conflictos bélicos,
una época de crisis generalizada que se expandió hasta el continente asiático.
En esa situación lacerante, muchos españoles y conversos llegaron a migrar
otros territorios en busca de refugio y formas de vida más humanas para existir.
No obstante, la idea era invadir para tomar dominio sobre otros territorios.
Estos conflictos
fueron provocados por llevar un pensamiento expansionista, egoísta y ambiciosa
de los europeos. Es evidente que la naturaleza humana del europeo(a) es la
ferocidad, así como dice Thomas Hobbes: “El hombre es lobo del hombre”. De ahí
pues, la lucha entre ellos produjo un desorden total que provocó
enfrentamientos y guerra.
Un aventurero de
nombre Cristóbal Colón se propuso un intento geopolítico territorial y
colonizador para la apropiación de nuevos territorios con tesoros y esclavos con
el pretexto de verificar la esferidad de la tierra. Este plan presentado a Juan
II de Portugal fue rechazado a Colón por el pésimo conocimiento de la geo-matemáticas
de la tierra. Siendo así, tomo rumbo a Castilla donde a pesar de los errores,
los Reyes Católicos tomaron interés y suscribieron un acuerdo llamado
“Capitulación de Santa Fe”.[1]
El acuerdo suscrito dio el poder a Colón para invadir territorios apropiándose como
dueños de las nuevas tierras y de los autóctonos que habitaban dicha tierras.
Hasta antes de la
embarcación de Colón, España no fue nación, por lo que la preocupación antes de
ser civilizados fue la expansión territorial, para engrosar el dominio español
por las periferias de su territorio. Porque la invasión de esta naturaleza
implicaba además la apropiación de esclavos y su posterior venta de seres
humanos en la Sevilla y a los reyes de Europa.[2]
Entonces esta fue la importancia y el propósito que resultaba favorable a la
elite gobernante y a los españoles.
Antes y después de la invasión europea
Hasta antes de la
invasión europea, el continente Abya Yala fue una confederación de pueblos que
vivieron en paz, sin opresores, sin hambre ni pobreza. Los avances y logros de
la ciencia y tecnología, desarrollados desde miles de años habían desmerecido
de las de Europa.[3]
Sin embargo, el desprecio y la deslegitimación de las civilizaciones
precolombinas, fueron por la ignorancia y la incapacidad de comprender los
signos culturales y las formas de vida que habían alcanzado dichos pueblos. En
el imaginario colonial solo prevaleció su egoísmo dando más valor a sus propias
formas de vida que a cualquiera civilización del mundo. Es decir hay un
complejo de superioridad del q’ara que presenta como un prototipo y a la vez
único a su modelo de vida.
Un 12 de octubre de
1492, fue pisado por primera vez el continente de Abya Yala, por aquellos invasores
(españoles y portugueses), pensando que habían llegado a las indias orientales,
por lo que llamaron equivocadamente como “indios” e “indias” a hombres y
mujeres que habitaron este continente. Al pisar el suelo, “Colón quedó
deslumbrado, cuando alcanzó el atolón de San Salvador, por la colorida
transparencia del Caribe, el paisaje verde, la dulzura y la limpieza del aire,
los pájaros espléndidos y los mancebos ‘de buena estatura, gente muy hermosa’ y
‘harto mansa que allí habitaba’”.[4]
Colón expresaba: “Y todos los que yo vi eran todos
mancebos, que ninguno vide de edad de más de treinta años: muy bien hechos, de
muy fermosos cuerpos y muy buenas caras”.[5]
Los invasores creyeron haber llegado a un paraíso terrenal, por lo que tuvieron
la ambición de dirigirse hacia el Sur del continente. “Determiné de aguardar
fasta mañana en la tarde y después partir para el Sudueste, que según muchos de
ellos me enseñaron decían que había tierra al Sur y al Sudueste y al Norueste…
y así ir al Sudueste a buscar el oro y piedras preciosas”.[6]
Los autóctonos, fueron obligados para que guiasen hacia el sur del continente, en
busca de riquezas minerales y mujeres hermosas.
Sorprendidos de la
organización social comunitaria y la abundancia de riquezas naturales,
empezaron a despojar sus riquezas, y a los que se opusieron se les maltrataron
brutalmente para convertirlos en esclavos; posteriormente quedaron obligados a
cooperar la búsqueda de la riqueza mineral. Sobre todo el indio que era libre
fue condenado a ser sirviente y esclavo de los invasores. O sea, los
extranjeros utilizaron a los pueblos nativos para servirse de ella, viven a
costa del “indio” e “india”.
A partir de la
invasión europea se llegó a explotar, asesinar, discriminar, inferiorizar y
sobre todo dominar a todos los habitantes del continente Abya Yala. Durante las
primeras épocas del asentamiento de los extranjeros se registraron elevados
números de muertes de “indios” e “indias”.
La justificación de
la inferiorización y la dominación de los autóctonos, rescatan de la idea de
raza derivados de los preceptos religiosos europeos. La elite aristocrática
judía inventó esta noción falaz de raza superior y raza inferior. O sea, a
partir de esto, se crea una relación de subordinación, en donde existen razas
que viven para dominar y razas que viven para ser dominados. Dentro de esta
estructura jerárquica racial, los invasores se consideran de la raza superior,
por lo que se autodefinen como hijos de Dios y por consiguiente tendrían el
derecho para despojar, someter y asesinar a las personas del continente Abya
Yala y el mundo. Así trataron de justificar su dominio judío-europeo.
Bajo este mito
colonial llegaron a destruir los avances científicos, las culturas autóctonas y
sobre ella edificaron iglesias coloniales y su sistema de dominación europea. Sin
embargo, hasta hoy no llegaron a reflexionar ni superar su q’aracentrismo, por
lo que los pueblos colonizados llegamos a tomar estrategias de lucha más
radicales para nuestra liberación y el restablecimiento del
Qullasuyu-Tawantinsuyu.[7]
De pueblos autóctonos a identidades indias
La invasión europea
de 1492 marcó un hecho trágico para los pueblos colonizados, porque a partir de
este año los extranjeros tomaron el poder político sobre los autóctonos del
continente Abya Yala. Por consiguiente, los pueblos despojados del poder
político llegaron a ser condenados como esclavos y sirvientes de los q’aras. Es
decir, de naciones libres del colonialismo, pasamos a ser “indios” e “indias”,
lo que implica el inicio de la lucha anticolonial y la recuperación del poder.
El primer q’ara que
utilizó el término “indio” o “india” fue Cristóbal Colon en su Diario,
designando así a los habitantes de tierras invadidas. Posteriormente -en
Bolivia- hasta después de la Revolución Nacional de 1952 fue utilizado por los
descendientes de Colón, Pizarro, Almagro, Cura Valverde y por todos los
extranjeros de Europa. Toda esta elite q’ara utilizan el término, ubicando a la
parte inferior de la estructura social colonial para servirse de los ”indios” (Véase
Fig. Nº 1). El denominativo con los que nos dominaron era peyorativo, peor
cuando se acompañaba con adjetivos discriminantes como: indio sucio, indio bruto,
indio animal,… En consecuencia, “llegó a avergonzar y humillar, a veces hasta
quebrantar la personalidad del otro, del autóctono”[8],
porque nadie quería ser humillado, ni oprimido. Es peor cuando este
denominativo, no se haya convertido en arma para combatirlo. “Cuanto más no
QUERÍAMOS SER INDIOS, tanto más se alegraban llamándonos INDIOS”.[9]
Esta negación de entonces sucede por las siguientes razones: a). Porque aun no
se había apropiado del término para convertirlo en arma de defensa. b).Porque
hasta entonces no se entendía como una categoría política, sino como un término
despectivo, así como algunos siguen comprendiendo en ese sentido.
A partir del siglo XX
y surgimiento de la teoría política del indianismo, la palabra “indio” se
convirtió en una categoría política que cumple una función de resorte impulsor para
la lucha anticolonial y toda forma de dominación. El denominativo “indio” e “india”,
en su sentido político, es la base fundamental que contiene los indicios del
colonialismo. Mientras los términos aymara, quechua, kolla… en el campo de la
lucha anticolonial, no contienen indicios del colonialismo, por tanto no tienen
fuerza para combatir la opresión; aunque tienen un contenido identitario
cultural.
En este tiempo de aparente
“proceso de cambio”, donde hay solo un cambio de bandos entre los mismos
q’aras; de q’aras derechistas a q’aras izquierdistas; este segundo grupo
criminal corrupto es más k’usillo, utiliza una nueva estrategia de dominación
casi invisible y astuto, donde muchos indígenas caen en esta trampa, así como
caímos siempre en el pasado. Esta casta blanco-mestizo, utiliza el término
indio y se considera “indio” e “india”, solo con la condición de: a). Desviar y
destruir el camino sagrado del indianismo; b). Hacer creer que el indio esta en
el poder. Por ejemplo, uno de los q’aras que se dedica a esto, es Álvaro García
Linera. Pues este, y los demás q’aras que suelen considerarse como colonizados,
no pueden ser “indios” ni “indias” porque son opresores.
El “indio” e “india”,
es aquel hombre y mujer que se encuentra en situación colonial, es decir es el
que vive la opresión colonial deshumanizante que practica la elite
blanco-mestizo. Mientras aquellos hombres y mujeres que no se consideren “indio”
e “india”, serán quienes no sufren, ni viven esta situación colonial por lo que
no tendrán razones para hablar del colonialismo.
Evidentemente existen
hombres y mujeres que parten desde una posición equívoca e insegura, estos
serán quienes objetan la utilización del término “indio” e “india” y
alegremente dirán que el término indio es colonial. Obviamente, no se rechaza
la identidad aymara, quechua, y otras identidades milenarias, porque un
colonizado/a a pesar de esto, continua practicando su cultura, sin olvidar el
deber de un “indio” e “india”.
Consideraciones finales
Efectivamente hasta
antes de la llegada de los q’aras, como pueblos nativos del Abya Yala, no
fuimos “indios” ni “indias”, porque no hubo una opresión colonial, ni cualquier
forma de dominación. No obstante, luego de esta invasión española de 1492
llegamos obligados a ser esclavos, sirvientes, oprimidos y dominados por la
elite q’ara europea y sus descendientes. Entonces, rechazando esta postura
colonial salvaje, inmediatamente nos organizamos y nos declaramos en guerra
anticolonial para ser libres y dejar de ser “indios” e “indias”.
El uso del
denominativo “indio” e “india” por los indianistas no es despectivo, mucho
menos para oprimir o discriminarlo a su propio pueblo en situación colonial o a
los mal llamados indígenas, sino es para dar cuenta al contexto colonial que
vivimos desde la llegada de las y los q’aras.
Notas bibliográficas:
[1] La Capitulación de Santa Fe fue firmado el 17
de abril de 1492. A través de éste Colón es nombrado Almirante, Virrey y
Gobernador de las tierras descubiertas y por descubrir.
[2] Véase: Galeano Eduardo, “Las Venas Abiertas de
América Latina”, cita a L. Capitán y Henri Lorin, p. 29.
[3] Véase: Reynaga Wankar, “Tawa Inti Suyu”, p.
19.
[4] Galeano Eduardo, op.cit. p. 29.
[5] Véase: Libro de su Primera Navegación de
Cristóbal Colon.
[6] Diario de Cristóbal Colon de 13 de octubre de
1492.
[7] Me refiero a la lucha del EGTK y a la guerra
del gas de 2003; ambos encabezado por Felipe Quispe Huanca.
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